El sargazo (Sargassum sp.) es un tipo de alga parda que naturalmente proporciona comida y refugio a una gran diversidad de animales marinos como peces, cangrejos, tortugas y aves. Mientras que algunas especies de sargazo se adhieren al fondo del mar, la mayor parte de estas pasan su vida flotando libremente en el océano, lo que lo convierte en un ecosistema flotante. Estas algas son ricas en alginatos, que son polisacáridos[1] lineales que están presentes en la pared celular[2] de esta alga, los cuales son clave para su transformación en productos de valor agregado (Figura 1, ver PDF).

Desde su llegada al Caribe Mexicano en 2011, el sargazo se ha expandido rápidamente. Este fenómeno afecta tanto a los organismos que viven sobre las propias algas (como pequeños invertebrados) como a otros organismos marinos. Por ejemplo, a pastos marinos y corales, que se ven afectados por la falta de luz y oxígeno cuando esta alga se acumula en grandes cantidades sobre la costa. Además, al descomponerse en la costa, libera sulfuro de hidrógeno, un gas que produce un olor desagradable como a “huevo podrido” que puede causar picazón, alergias y salpullido en humanos, impactando especialmente al turismo de la región. Pero el problema se extiende más allá de la costa, porque, al descomponerse, también libera metano y dióxido de carbono, gases que contribuyen directamente al calentamiento global. Asimismo, el sargazo puede contener metales pesados, como el arsénico. Esto representa un riesgo potencial para los acuíferos de agua dulce, ya que si el sargazo se almacena en canteras[3] tierra adentro, puede afectar este recurso vital para la población de la región. Por lo que, frente a este complejo escenario, la valorización del sargazo surge como una estrategia clave para transformar la amenaza en una oportunidad de mercado.

Los métodos para la valorización del sargazo invasor pueden proporcionar un alivio económico y, al mismo tiempo, mitigar los problemas ambientales y de salud que provoca. Dentro de las principales aplicaciones que se han propuesto para brindarle un valor agregado a esta plaga, una vez inocua, se encuentra su uso como bioestimulante y fertilizante para la industria agrícola. También, en los últimos años se ha propuesto su uso en otros productos, que tienen una aplicación potencial en el mediano plazo, tales como plásticos biodegradables o materiales de construcción ecológicos.

Otra de las aplicaciones más innovadoras del sargazo es su utilización como un filtro natural para contaminantes. A través de tratamientos químicos relativamente sencillos, el alga puede transformarse en una especie de esponja con la capacidad de eliminar metales pesados del agua. Por otro lado, cuando el sargazo se convierte en materiales carbonosos (derivado de carbono) y porosos, adquiere un potencial adicional al poder captar y almacenar dióxido de carbono. Esta diversidad de usos convierte al sargazo en una biomasa versátil y prometedora para distintas estrategias de remediación ambiental.

El reto actual no es fácil, porque hace falta más ciencia y más apoyo del gobierno y las instituciones. Sin embargo, cada paso que se da en la investigación y aplicación de estos conocimientos nos demuestra que es posible hacerlo. De lograrlo, convertiremos un problema grave en una pieza clave para el desarrollo sostenible en México.

[1] Cadenas largas de azúcares que funcionan como estructuras que dan soporte y firmeza a las células.

[2] Capa protectora rígida que rodea a la célula, y le da forma, soporte y protección.

[3] Las canteras, en este contexto, son excavaciones o huecos en el terreno que pueden acumular agua y donde a menudo se almacenan materiales.