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¿En qué se parece un pez, a un humano?
Dr. Carlos Alberto Puch Hau y Dr. Luis Alberto Aké Hau.
¿Te has preguntado: en qué se parece un pez a un humano? Probablemente tu respuesta sea: “en nada o en muy poco”, ya que los peces no tienen la capacidad de comunicarse de manera vocal, respirar el mismo aire, expresar sus propias emociones o, simplemente, porque viven bajo el agua. Pero la realidad es que los peces tienen muchas cosas en común con nosotros, tanto que han sido empleados para diversas investigaciones relacionadas con los humanos.
Entre los peces más comúnmente estudiados, se encuentra un famoso pez que, por su característico colorido con franjas horizontales de color oscuro, se le ha otorgado el nombre de “pez cebra” (Danio rerio Hamilton-Buchanan). Este es un pez muy pequeño de aproximadamente 4 cm de longitud, que, al compararlo con el pez más grande del mundo, “el tiburón ballena” (Rhincodon typus Smith), es aproximadamente trescientas veces más pequeño.
Interesantemente, estudios científicos han revelado que cerca del 70 % del genoma humano[1] presenta similitudes con el del pez cebra. Aún más sorprendente es que el 84 % de los genes asociados con enfermedades humanas también se encuentran en este organismo. Esto indica que, aunque no nos parecemos físicamente, genéticamente somos mucho más similares de lo que parece.
Pero, ¿en qué nos beneficia parecernos al pez cebra? El beneficio es enorme; la similitud que tenemos con este pez ha favorecido la experimentación para el descubrimiento de fármacos con aplicaciones en la salud humana y ha permitido avanzar a pasos agigantados en la comprensión de varias enfermedades humanas. Tales como la osteoporosis (enfermedad de los huesos), la fibrilación auricular (ritmo cardíaco irregular), el síndrome de Noonan (afección genética que detiene el desarrollo normal en varias partes del cuerpo), los trastornos del espectro autista (afección relacionada con el desarrollo del cerebro), diferentes tipos de cáncer y otras enfermedades.
Uno de los estudios más recientes y sorprendentes fue el descubrimiento de la capacidad natural que tiene este pez para reparar su corazón ante alguna lesión. Contrario a lo que ocurre en humanos durante los ataques cardíacos. En los humanos, durante un infarto, las partes afectadas del corazón ocasionan cicatrices que afectan la capacidad del corazón para bombear sangre de manera eficiente, lo cual altera su funcionamiento. A pesar de que las células del corazón de los humanos no se regeneran como ocurre con el pez cebra, ellos comparten genes en común llamados “NKx”. Estos genes se activan en el corazón del pez cebra después de una lesión cardíaca para iniciar la regeneración de los cardiomiocitos (células musculares del corazón). Entender el proceso de activación de estos genes en humanos podría dar lugar a la regeneración de los cardiomiocitos y a la reparación del tejido del corazón, por lo que las investigaciones científicas están tratando de descifrar este proceso.
Por otra parte, algunos científicos mencionan que este pez podría ser la clave para frenar o incluso revertir las enfermedades oculares que afectan a millones de personas, especialmente en individuos de edad avanzada. La razón, nuevamente, se debe a la extraordinaria capacidad de regeneración del pez cebra cuando sufre un daño a su retina. Es evidente que, gracias a la similitud que tenemos con este pequeño pez, podemos gozar de una mejor calidad de vida. Ahora que conoces esto, cuando mires a un pez cebra, quizá tu siguiente pregunta sea: ¿En qué se diferencia un pez de un humano? Pues la ciencia ha puesto de manifiesto que los peces son mucho más que un platillo delicioso.
Agradecimientos:
Este trabajo fue financiado por el Tecnológico Nacional de México bajo el proyecto 20048.24-PD, otorgado al Dr. Carlos A. Puch Hau. Los autores agradecen al Instituto Tecnológico Superior de Valladolid por las facilidades brindadas para llevar a cabo el presente proyecto de investigación.
[1] Conjunto completo del material genetico de una persona.
Para más información consulte:
Barba, A. y Vázquez G. (2024). El pez cebra como un modelo de estudio de enfermedades humanas. Pez cebra como modelo de investigación. Universitarios Potosinos. 21(271), 31–37.
Howe K., Clark M.D., Torroja C.F., Torrance J., Berthelot C., Muffato M., et al. (2013). The zebrafish reference genome sequence and its relationship to the human genome. Nature. 496(7446), 498–503. https://doi.org/10.1038/nature12111
Vargas-Vargas A.R. (2017). Pez cebra (Danio rerio) y anestesia. Un modelo animal alternativo para realizar investigación biomédica básica. Anestesia en México. 29(S1), 86–96. http://www.scielo.org.mx/pdf/am/v29s1/2448-8771-am-29-00086.pdf
Dr. Carlos Alberto Puch Hau y Dr. Luis Alberto Aké Hau I Tecnológico Nacional de México, Campus Instituto
Tecnológico Superior de Valladolid. Valladolid, Yucatán, México.
Fecha de publicación en línea: 13 de noviembre, 2025.
Citar este artículo como:
Puch H.C.A, Aké H.A.L.A. (2025). ¿En qué se parece un pez, a un humano? Ciencia Cakotanú. 6(4), x-x. También disponible en: https://www.cienciacakotanu.com/contenido/artículos/v6n4-2025/en-qué-se-parece-un-pez-a-un-humano