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La escurridiza malaria en México
M. en B. Yolotl Moreno Hernández y Dra. Zendy Olivo Vidal.
Como si estuviera tratando de esconderse o pasar desapercibida, la enfermedad denominada malaria o paludismo, permanece en las zonas más alejadas de Chiapas y el sur de Chihuahua, México, principalmente, entre un clima tropical o semitropical. Aunque el peligro es latente para todos y bien podría encontrarse en cualquier otro lugar, incluso grandes ciudades, la malaria permanece. ¡Ya saben, como en las películas!
En medio de la selva húmeda, con ese muy particular calorcito, principalmente en pueblitos pequeñitos con casitas muy humildes, donde viven familias sumamente amables y a veces numerosas; siempre que es época de lluvias suelen formarse pequeños ríos, lagos, estanques o lugares en donde simplemente se acumula un poco de agua. Esta acumulación de agua crea espacios perfectos para que prolifere uno de los protagonistas de esta historia; el mosquito Anopheles. Cuando la hembra de este mosquito pica al ser humano, para alimentarse, le introduce un pequeño y escurridizo parásito llamado Plasmodium. Este parásito, es sin duda conocido por ser causante de un gran número de muertes. En especial, causadas por las especies Plasmodium falciparum W., (P. falciparum) y Plasmodium vivax G. & F. (P. vivax).
Mientras que P. falciparum es un parásito bastante temible a nivel mundial, en México, P. vivax es el causante más frecuente de la malaria. Este parásito cuenta con habilidades que le proporcionan una característica muy útil para persistir. Pero, ¿qué hace tan especial a P. vivax? P. Vivax emplea la sutileza, como una de sus habilidades de infección. Al ingresar a la sangre del humano, y después de proliferar en el hígado, invade a un tipo especial de glóbulos rojos denominados reticulocitos (también conocidos como eritrocitos). Los reticulocitos son glóbulos rojos que todavía se están desarrollando, es decir, glóbulos rojos inmaduros. El número de reticulocitos presentes en la sangre que circula en nuestro cuerpo es muy bajo (no mayor al 1%). Por esta razón, cuando se realizan pruebas de laboratorio para diagnosticar la malaria, es muy difícil detectar a este parásito mediante un análisis al microscopio.
Otra de sus peculiaridades se observa en pobladores de zonas en donde la malaria es una enfermedad endémica, en México aún existen estos focos de atención, principalmente en estados como Chiapas, el sur de Chihuahua, Sinaloa y Tabasco.
Los habitantes de estas zonas están constantemente en contacto con P. vivax durante su vida, por lo que llegan a presentar pocos síntomas o incluso a no presentarlos. Sin embargo, cuando P. vivax infecta a alguien que nunca ha tenido contacto con la enfermedad, como personas ajenas a la comunidad o niños menores de 5 años, puede causar fiebre, rigidez, diarrea, dificultad respiratoria, entre otros.
Ahora, si a las habilidades del parásito se le agrega un ambiente perfecto para su reproducción, un poco de marginación, desconocimiento sobre la enfermedad, desigualdad social, escaso o nulo acceso a servicios de salud, algunas limitaciones en la comunicación y aplicación de métodos de control del mosquito transmisor y prevención; entonces, Plasmodium tendrá el lugar perfecto para persistir y continuar afectando al ser humano.
En los últimos años el panorama sanitario se ha complicado aún más, por la ya tan famosa COVID-19, enfermedad que ha puesto en aprietos a los servicios de salud de muchos países. Esta enfermedad ha capturado toda la atención y esfuerzos, dejando a muchas otras enfermedades, entre ellas la malaria, sin las atenciones mínimas.
Es por ello, que la malaria podría continuar encontrando formas y oportunidades para seguir presente en nuestro país. Entonces, ¿qué podemos hacer? Sin lugar a duda, colaborar en la eliminación del parásito, apoyar para la implementación de técnicas y medidas que permitan el control del vector (el mosquito Anopheles), como la eliminación de recipientes en donde se almacene agua y conocer los síntomas característicos de esta enfermedad a fin de que los afectados reciban un tratamiento oportuno. Estas son acciones que deben estar al alcance de todos y en las que debemos involucrarnos para poder lograr el objetivo de eliminación de la malaria en México.
Para más información consulte:
Antonelli L.R., Junqueira C., Vinetz J.M., Golenbock D.T., Ferreira M.U., Gazzinelli R.T. (2020). The immunology of Plasmodium vivax malaria. Immunol. Rev. 293(1), 163-189. https://doi.org/10.1111/imr.12816
Organización Panamericana de la Salud. (2020). OPS insta a los países a seguir lucha contra malaria en tiempos de COVID-19, especialmente en comunidades vulnerables. https://www.paho.org/es/noticias/6-7-2020-ops-insta-paises-seguir-lucha-contra-malaria-tiempos-covid-19-especialmente (Fecha de acceso 1 de noviembre, 2021).
Secretaria de Salud (2020). Situación Epidemiológica de Malaria en México, hasta la semana 27 del 2020. http://www.anhp.org.mx/archivoseventos/03-Panorama-Epidemiol%C3%B3gico-Paludismo_16-07-2020.pdf (Fecha de acceso: 1 de agosto, 2021).
M. en B. Yolotl Moreno Hernández I Estudiante de doctorado en ciencias en ecología y desarrollo sustentable del Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) unidad Villahermosa. Dra. Zendy Olivo Vidal I Investigadora del departamento de salud de ECOSUR unidad Villahermosa.
Fecha de publicación en línea: 13 de noviembre, 2024.
Citar este artículo como:
Moreno H.Y., Olivo V.Z. (2022). La escurridiza malaria en México. 3(3), 5-7. También disponible en: https://www.cienciacakotanu.com/contenido/artículos/v3n3-2022/la-escurridiza-malaria-en-méxico