Persiguiendo al clima: ganadores y perdedores

El cambio climático ha provocado modificaciones en la abundancia de las especies, en sus periodos de reproducción y zonas geográficas de distribución. Ciertas especies enfrentan condiciones estresantes o se aproximan a la extinción, mientras que otras se benefician. Por ejemplo, algunos insectos que provocan enfermedades o plagas se benefician por la existencia de condiciones más cálidas y húmedas en sitios que anteriormente eran fríos o secos.

Diferentes investigadores como Yamamura y Kiritani han identificado insectos que pueden desarrollar hasta cinco generaciones adicionales con un incremento térmico de tan solo 2 °C. Por otro lado, los cambios en el periodo de floración de las plantas pueden interrumpir la coincidencia temporal de la producción de flores con la presencia de los organismos que las polinizan y se alimentan de ellas. Cuando esto sucede, tanto la reproducción de la planta como la sobrevivencia del polinizador resultan amenazadas. Los polinizadores especializados que, a diferencia de los polinizadores generalistas, solo se alimentan de la planta que ha modificado su periodo de floración, son los más vulnerables a estos cambios. Su destino potencial será precisamente la extinción local. 

Así como los humanos hemos migrado en busca de mejores condiciones de vida desde nuestros orígenes, las demás especies también lo han hecho. Estas persiguen sitios con características óptimas que les permitan no solo sobrevivir, sino también reproducirse.  Distintos investigadores han hallado migraciones geográficas hacia mayores latitudes, de especies animales y vegetales tanto marinas como terrestres. En los últimos años, la riqueza (número) de diferentes especies de peces ha incrementado en las latitudes altas, debido a que estos organismos abandonan las aguas tropicales en constante calentamiento en busca de sitios más templados. El mismo patrón migratorio ha sido observado en distintas especies de pinos, abetos, encinos y abedules. Las migraciones hacia mayores latitudes (hacia los polos) no son el único patrón global de migraciones que ha sido detectado. También se han registrado migraciones hacia mayores altitudes en mariposas, anfibios, mamíferos y plantas.

Para persistir a pesar del cambio climático, las especies necesitarán adaptarse a las nuevas condiciones o migrar en búsqueda de ambientes más favorables. Los animales podrán hacerlo mediante la modificación de su alimentación, cambiando sus presas o comida por especies más resilientes al cambio climático, o mediante la migración a otros sitios. No obstante, existe una seria preocupación en el campo de la conservación y la restauración ecológica para facilitar la migración y establecimiento de las plantas, debido a que ellas no pueden desplazarse como los animales en busca de sitios con mejores condiciones ambientales. Las plantas podrán ajustar su anatomía y fisiología reduciendo el tamaño de sus hojas; incrementando del grosor de las mismas; disminuyendo o modificando sus estomas (estructuras por las que se realiza el intercambio gaseoso) para evitar la pérdida de agua; o cambiando el periodo en que florecen y emergen.

En la actualidad, la elevada velocidad en la que ocurre el cambio climático deja muy poca oportunidad a las especies para adaptarse o migrar a la velocidad requerida. 

Además de la presión que representa en sí misma una nueva temperatura o humedad, el hombre ha destruido hábitats, ha colocado grandes ciudades, contaminado tierra y agua e introducido mecanismos de explotación directa, lo que resulta en barreras para la migración de diferentes organismos. Todos estos factores suman una pila de estresores que algunas especies serán capaces de superar, mientras que muchas otras se quedarán en el intento.